Por Rómulo López Sabando
Publicado originalmente en El Expreso de Guayaquil
En Guayaquil, hasta 1996, elaborar un certificado en el Registro de la Propiedad, exigía revisar 75 libros, en orden cronológico, desde 1869 con información desde 1826. Los archivos y Libros registrales de la propiedad, mercantiles, gravámenes, interdicciones y prohibiciones de enajenar, incluidos el Repertorio en el que se anotan y numeran diariamente las diligencias, las certificaciones y copias, se confeccionaban a mano y sujeta a equivocaciones, incertidumbre y buena fe de los empleados.
El desorden, la inseguridad y el caos rigieron la inscripción en la compra de inmuebles, derechos reales, hipotecas, servidumbres y resoluciones judiciales, administrativas, embargos, limitaciones o prohibiciones al dominio, posesión y usufructo de los mismos.
La Ley de Registro (1966), es una copia del Reglamento de Registro e Inscripciones (1869). El Registrador da fe pública sobre la legalidad, autenticidad, antecedentes e historia del dominio. Sus asientos y certificaciones, son definitivos. Dan “publicidad” sobre patrimonios privados y estatales. Facilita su transmisión y financiación con la certeza de cual y quien es el dueño responsable. Sólo lo que dice el Registro se considera veraz.
Como el sistema era inseguro y fuente oscura de “negocios”, Fernando Tamayo Rigaíl, en 1996 derivó toda la información de los Libros a un sistema informático y lo conectó con el catastro municipal de Guayaquil. Con la Espol elaboró el soporte técnico.
Fernando Tamayo creó la “Matrícula Inmobiliaria” o Folio Real Electrónico que identifica al predio. Consta la “información física” del Catastro municipal y “la historia jurídica” proveída por el Registro sobre 460.000 inmuebles que existen en Guayaquil. 340.000 tienen “Matrícula”, sin litigios por la tenencia de la tierra.
El Registrador ubica el predio digitando el número del “folio real”. La revisión, que antes demoraba un mes ahora es en 20 minutos. Pero como todavía hay 120.000 predios sin matrícula y por la demanda, cada certificado demora de 2 a 3 semanas.
Es un inventario de activos, único en el Ecuador. Consta en un libro Diario Automatizado de Registro con ubicación física del inmueble, historia, linderos, medidas y dimensiones, nombre del propietario, predios vecinos, gravámenes, medidas cautelares, prohibiciones y embargos.
Tamayo está creando un portal de Internet, con tecnología GPS (detección vía satélite) para entrar al Registro de Guayaquil y copiar, desde cualquier lugar del mundo, el inmueble deseado, sin intermediarios. Los negociados con terrenos desaparecerán.
Cincuenta Registros de la Propiedad de otros cantones ya se han incorporado, gratis, al sistema de Guayaquil y emiten sus certificados bajo el mismo patrón.
Sin perder sus autonomías, el Catastro es un departamento Técnico del Registro y este un Departamento Jurídico del Catastro. Transparenta la información inmobiliaria. El precio del certificado financia las remuneraciones. (Las mejores en lo público y en lo privado). Para sus 92 funcionarios y empleados no hay control de entrada o salida. Su mística es el servicio a la ciudad. Es organización horizontal. Las jefaturas formales no existen. Nace de la autoridad moral de los empleados más capacitados.
Son ingenieros en sistemas, abogados, ingenieros comerciales, economistas, auditores, licenciados que evacuan 150 certificados y 140 inscripciones diarios
La inversión en infraestructura protectora, hecha por Tamayo, es gigante y única en Ecuador. La información y documentos que se remite anualmente a la Corte Superior tienen respaldos en las bóvedas de un banco.