Siempre me he preguntado hasta cuando estan dispuestos todos aquellos que se consideran progresistas de izquierda y respetuosos de las minorías a tolerar a un presidente que con la promesa de llevar adelante sus sueños de izquierda se le permite que diga cuanta barrabasada se le pasa por la cabeza, sin ningún respeto a quien es victima de sus vituperios. Leyendo el artículo de Miguel Palacio que reproduzco más abajo, no dejo de estar de acuerdo al pensar hasta cuando los coiderearios estarán dispuestos a tolerarlo. Faltaron solo 6 meses para que las procacidades de Bucaram y sus patanerías hicieran que el congreso lo declarara loco, aunque no lo estuviera e incapaz de ocupar el cargo presidencial.
En esta ocasión cuando el Presidente es un presidente de "avanzada" todas las feministas se han callado, los defensores de derechos humanos han callado, la gente decente que apoyó a Rafael Correa creyendo que era la solución ha callado. Los papeles se han invertido, y ahora si alguien que no es de izquierda (o parte del régimen) pretende defender los derechos humanos de las víctimas de este régimen es automaticamente descalificado como una persona que no tiene credibilidad alguna o es parte de algún grupo extranjero que quiere violentar la tan cacareada soberanía nacional. Alberto Acosta renunció a la presidencia de la Asamblea, al igual que Leon Roldós y Marta Roldos a sus cargos dentro de la asamblea, sin embargo se han quedado adentro como asambleistas, tal vez con la ilusa esperanza de que las cosas cambien para bien. Sin embargo las majaderías del Presidente son cada vez más grandes y ya no contento con criticar a la prensa opositora, las gorditas horrorosas, a las viejas peluconas, se va en contra de sus coidearios, calificandolos, de indecisos (Alberto Acosta) o majaderas (Marta Roldos).
Recordemos que una de las características de la revolución francesa que tanto admiran nuestros amigos de la izquierda tuvo la particularidad de que las fuerzas que desataron y que supuestamente iban a cambiar Francia y el mundo, tuvieron como efecto colateral el tragarse a sus hijos. Eso es lo que estamos viendo, los grandes auspiciadores de Correa, poco a poco se los está comiendo la revolución. Al final habrá que preguntarse si realmente sirvió de algo la tan cacareada revolución. Y esta particularidad de las revoluciones no es exclusividad de la Francesa, lo vemos hoy en día en Cuba y lo hemos visto en regímenes totalitarios como el soviético. Tendremos que esperar a que la locura demencial se termine de apoderar de Rafael Correa para darnos cuenta de que la tan cacareada revolución solo ha traido destrucción y lágrimas incluso para sus mentores?
A mis amigos que aún apoyan a Rafael Correa, abran los ojos dense cuenta que la tan cacareada revolución ciudadana del siglo XXI está desatando fuerzas que terminará de comerselos y que una vez desatadas solo traerán una situación peor a la que estabamos. No por nada la revolución francesa con todos sus ideales solo sirvió para abrirle el camino a un déspota como Napoleón. Hasta cuando, hasta cuando pregunto yo.