8/06/2007

LA VENA POÉTICA DE SILVA


Por Rómulo López Sabando


Publicado originalmente en Diario Expreso


El poeta guayaquileño, Medardo Ángel Silva, (n. 8. de junio de 1898, m. 10 de junio de 1919) que nos deleita y emociona con sus versos, (por la perfección de sus rimas, cadencias románticas y angustias vivenciales,) sólo comparables con los de Bécquer y Rubén Darío, tuvo en su madre doña Mariana Rodas de Silva el ancestro y la vena poética que hacen de él la figura lírica del Ecuador. Del archivo poético de mi padre, don Pío López Lara, extraigo un recorte de diario, publicado el 3 de febrero de 1897, (hace 110 años) y que contiene un bello poema de doña Mariana quien, un año más tarde, sería la madre del poeta.


Compuso y dedicó para su amiga señorita María de Jesús López Corrales (mi tía abuela) y a sus hermanos, con motivo de la muerte de mi bisabuela doña Carlota Corrales Becerra de López Mazuera, madre de mi abuelo don Rómulo G. López, y que dice así: “A mi amiga María de Jesús López y sus hermanos en el aniversario de la muerte de su madre” “Qué les podré decir para consuelo. Que mitigue un tanto su dolor. Si para el Corazón despedazado. No basta la palabra ni el amor. Qué bálsamo se encuentra que la herida, Curar pueda de su alma destrozada. El llanto es tan solo lenitivo Que Dios en su clemencia nos depara. Sólo llorar sobre la tumba amada. Sólo elevar a Dios nuestra oración.


Puede calmar un poco los pesares. En que ahogado se siente el corazón. Pero el llanto se seca cual las flores. Que en su tumba llegamos a ofrendar. Cuando la fe con su poder divino. Viene presta nuestra alma a visitar. Ella nos dice que la muerte es gloria. De quien heroico su deber cumplió. El mundo bendice su memoria Y en el cielo el premio recibió”.


Una pieza literaria tan bella, autoría de doña Mariana Rodas de Silva, madre del poeta ilustre, no puede quedar guardada en mis archivos familiares. Por ello hago esta pública mención para que también la disfruten quienes gustan de la producción de Medardo Ángel Silva Rodas, voz romántica del Guayaquil de antaño quien, un año antes de su eterno viaje, escribió “Cumpleaños”, uno de sus más hermosos poemas: “Hoy cumpliré 20 años, amargura sin nombre de dejar de ser niño para empezar a ser hombre”. Fue el niño-poeta, filósofo, periodista que, colmado de hastío en su corta vida y enamorado de la muerte, escribió el día que cumplía 21 años “El alma en los labios”, bello poema de amor que, con nostalgia, anunciaba su dramática partida, dos días después.

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